París, 7 abr (EFE).- París amaneció hoy con la sensación de que el pánico se ha adueñado de la afición de su club, asomado al precipicio de la eliminación en cuartos de final de la Liga de Campeones por tercera temporada consecutiva, pero sobre todo, el año que más espectativas se habían creado.
El empate a 2 de la ida anoche en el Parque de los Príncipes contra el Manchester City obliga a los franceses a marcar en el Ethiad Stadium el próximo martes, pero sobre todo dejan la eliminatoria un palmo desplazada del lado de los ingleses.
Y como en París se había instalado la idea de que la cosa era poco menos que un trámite, el despertar ha sido tan pegajoso como una mala resaca.
Los gestos torcidos de los parisienses a su salida del Parque de los Príncipes contrastaban con el brillo que emanaba de las de los del City. Aunque las espadas están en todo lo alto y nadie se atrevería a jugar su vida por uno u otro, el efecto «jarro de agua fría» es evidente en las consciencias parisienses.
Difícil encontrar motivos para el optimismo en la capital francesa. El resultado les obliga a marcar y preservar su portería. Además, acudirán a Manchester sin cuatro de sus figuras clave, sobre todo tres de ellas.
Es el caso del italiano Marco Verratti, que pese a su juventud se ha convertido en el timonel del equipo. Su ausencia por lesión en la ida se notó de forma decisiva, aunque su sustituto, el canterano Rabiot, marcó el segundo gol parisiense.
La lesión del transalpino no estará solucionada el martes próximo, según confirmó el entrenador, Laurent Blanc, que tampoco podrá contar con otro de sus pilares en el centro del campo, el francés Blaise Matuidi.
El jugador vio una tarjeta amarilla que le acarrea suspensión, por lo que Blanc tendrá que formar un centro del campo de urgencia para el partido más importante de su temporada. El italo-brasileño Thiago Motta es el único de los titulares que jugará.
Algo similar a lo que le ocurrió al defensor brasileño David Luiz, uno de sus jugadores más experimentados en este tipo de duelos importantes, autor de un gol decisivo el año pasado en el campo del Chelsea que permitió a los franceses pasar a cuartos de final.
La cuarta baja es la del argentino Javier Pastore, también lesionado, habitual del banquillo pero que ante las otras ausencias hubiera sido de mucha ayuda a Blanc.
¿Ganar en el Ethiad Stadium con esas cuatro ausencias? Las dudas han ocupado el espacio que, hasta anoche, llenaba la euforia en la parroquia parisiense.
Una incertidumbre alimentada por la prensa. Si «L’Équipe» asegura que el PSG está «condenado a la hazaña», «Le Parisien» les avisa de que, si juegan como anoche, no pasarán.
En el ojo del huracán está el sueco Zlatan Ibrahimovic que, fiel a su costumbre, no fue el jugador decisivo que suele en un partido de enorme transcendencia.
Falló un penalti y un claro mano a mano con el portero del City Hart y solo marcó en un regalo que le hizo el defensa Fernando.
Aunque la grada sigue adorándole, ahora duda un poco de si poner solo en sus manos un asunto tan importante.
Porque en el PSG la Liga de Campeones es la única competición que les permite salvar la temporada. Con el campeonato liguero ya ganado, el conjunto francés solo puede mejorar en Europa. O así al menos lo ha dado a entender el propietario catarí, que riega de millones a la plantilla con el único fin de conquistar el continente.
Así se creó la ilusión de que el equipo estaba entre los mejores y de ahí solo había un paso para verse entre los cuatro semifinalistas por vez primera.
De ahí también procede el pánico que generó anoche la perspectiva de que, como en las pasadas temporadas, los sueños se estrellen contra la realidad.
Luis Miguel Pascual
