Todo empezó en 2003
Desde que tomó la alternativa, en un amistoso contra Kazajistán el 20 de agosto de 2003, Portugal no ha vuelto a quedar fuera de una competición importante, y suma ya cinco participaciones consecutivas en la Eurocopa y otras cinco en la Copa Mundial de la FIFA. Con el número 7, los portugueses han dejado de ser meros participantes en los torneos para transformarse en verdaderos aspirantes al título.
La “generación de Ronaldo” fue cuarta en Alemania 2006 y estuvo muy cerca de igualar la mejor campaña de su historia en la gran cita. Con Cristiano, Portugal también ha alcanzado dos grandes trofeos: los de la Eurocopa 2016 y la primera edición de la Liga de Naciones de la UEFA, en 2019.
Además de las gestas protagonizadas junto a sus compañeros, el astro ha acumulado logros individuales con una profusión nunca vista por los portugueses: cinco premios al mejor jugador del planeta y cuatro Botas de Oro, y es también el máximo goleador histórico de la Liga de Campeones de la UEFA, del Real Madrid y del fútbol de selecciones.
En una entrevista concedida la semana pasada, con motivo de su 50.º cumpleaños, Figo, la última gran estrella portuguesa antes de Ronaldo, dejó claro el peso histórico que ha adquirido su sucesor.
El exjugador de Barcelona y Real Madrid dijo que antes del inicio de este siglo Portugal acostumbraba a entrar en el campo para no perder, ya que le faltaba confianza y ambición.
Con CR7, esa mentalidad cambió radicalmente. A pesar de representar a un país de apenas diez millones de habitantes, la selección ya no entra en juego pensando en por cuánto va a perder ante Francia, a la que venció en la final de la Eurocopa 2016, o Países Bajos, su víctima en la final de la Liga de Naciones, por ejemplo.
Ronaldo es el principal responsable de haber consolidado esa mentalidad ganadora y también la importancia del cuidado físico entre sus compañeros, y con ello ha ayudado a formar una nueva generación de grandes deportistas compatriotas suyos.