CONCACAF

Trump en el Azteca

Los aficionados mexicanos optaron este domingo por utilizar la cortesía con los estadounidenses que asistieron al estadio Azteca, para el partido México-Estados Unidos, antes que ofenderlos por la expresiones discriminatorias que su presidente Donald Trump ha prodigado contra los mexicanos.

Desde que a inicios de año, Trump asumió como presidente de Estados Unidos, su objetivo favorito fueron los mexicanos y éstos en la capital del país no la tomaron contra los aficionados de la Unión Americana, con quienes más bien se aliaron.

Quizás porque no era demasiados, unos 500, se repartieron en los alrededores del estadio y se colocaron en una cabecera en la parte alta del inmueble, o tal vez porque no ha despegado en la eliminatoria de la Concacaf, son terceros con siete puntos, a seis del líder México, pero lo cierto es que los estadounidenses sólo se llevaron bromas y burlas ligeras y sonoras pero inofensivas rechiflas.

A las afueras del estadio, el común de los comentarios fueron bromas por el paso de Estados Unidos en el hexagonal final que los estadounidenses aceptaron de buena manera, mientras que ellos se echaron a la bolsa a los mexicanos al apuntar mensajes contra Trump en algunas banderas.

«Resiste México. A la mierda Trump», se leía en una bandera de un fanático que hasta se dio el lujo de posar para decenas de fotografías con los seguidores locales.

Otros aficionados visitantes, siempre en grupo, optaron por beber cerveza y chocaban sus latas para brindar con quienes se lo solicitaban de forma amigable y divertida.

Algunos más veían a los estadounidenses y les ofrecían su pronóstico del partido antes lo cuales los visitantes sólo se reían.

Adentro del inmueble, el común denominador fueron las rechiflas hacia ellos.

Primero cuando ocuparon la tribuna que les asignaron, segundo cuando su equipo salió a pisar la cancha y tercero cuando lanzaban su clásico grito de aliento: «¡U-S-A!».

En los momentos previos al inicio del partido, los fanáticos estadounidenses sorprendieron al tomar prestado el grito de batalla de los mexicanos: «¡Sí-se-puede», repitieron una y otra vez para molestar los seguidores locales que prácticamente llenaron el Azteca y que en la ceremonia del himno de Estados Unidos silbaron pero en el inicio pero después es sonido se fue diluyendo.

El efecto Trump no causó problemas en los estadounidenses a quienes los mexicanos le ofrecieron una política de buena vecindad.

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